El pez que no es pescado
El conflicto está muy complicado en el sector pesquero y ya hay daños irreparables.
El conflicto de la pesca en Uruguay ha sido un tema recurrente en los últimos 18 meses que ha generado tensiones tanto a nivel local como en el ámbito internacional. Este sector, vital para la economía del país, enfrenta desafíos que van más allá de la simple disputa entre pescadores y autoridades.
A medida que las demandas de sostenibilidad y la presión por la conservación de recursos marinos aumentan, se hace evidente que el futuro de la pesca en Uruguay no solo depende de la resolución del conflicto, sino también de la manera en que se gestionen las relaciones comerciales tanto internas como externas.
El conflicto principal radica en la diferencia entre el sector sindical y el sector pesquero empresarial quedando en el medio miles de personas , que ha llevado a tensiones entre los pescadores y las empresas pesqueras . Los primeros argumentan que las políticas actuales favorecen a las grandes corporaciones, afectando la viabilidad de sus actividades y sus medios de vida. Esta situación ha generado protestas y un paro total de salir a pescar, que no solo impactan a los pescadores, sino también a las plantas de procesado y la cadena de comercialización que hay detrás que dependen de esta actividad económica.
La posibilidad de que este conflicto termine con un quiebre en el comercio interno y externo del mercado de la pesca es real y preocupante. Si las tensiones persisten, es probable que Uruguay enfrente sanciones o restricciones en sus exportaciones. Los mercados internacionales, cada vez más exigentes en términos de sostenibilidad y responsabilidad social, podrían optar por buscar proveedores alternativos si perciben que el país no puede garantizar prácticas pesqueras responsables.
Internamente, el impacto podría ser devastador. Un quiebre en el comercio pesquero afectaría no solo a los pescadores, sino también a toda la cadena de valor asociada, incluidos los distribuidores, procesadores y minoristas. La disminución de la oferta pesquera podría llevar a un aumento de precios, afectando el acceso de la población a un alimento básico como el pescado. Esto, a su vez, podría generar un efecto dominó en otras áreas de la economía local, exacerbando problemas de desempleo y pobreza en regiones que ya enfrentan desafíos económicos.
La solución a este conflicto no es sencilla. Se requieren políticas inclusivas que consideren las necesidades de todos los actores involucrados. La implementación de un enfoque de gestión pesquera sostenible, que incluya a los pescadores artesanales en el proceso de toma de decisiones, podría ser un paso positivo hacia la resolución del conflicto. Además, fomentar la capacitación y la diversificación de actividades económicas en las comunidades pesqueras podría reducir la dependencia del sector y, por ende, disminuir las tensiones.
Por otro lado, es crucial que Uruguay se posicione en la pesca sostenible a nivel internacional. Esto no solo atraerá inversiones y mejorará la imagen del país, sino que también asegurará mercados para sus productos pesqueros. La certificación de prácticas sostenibles podría abrir puertas a nuevos mercados y mejorar las condiciones de intercambio comercial.
El conflicto de la pesca en Uruguay presenta riesgos significativos que podrían resultar en un quiebre tanto en el comercio interno como externo del mercado pesquero. Sin embargo, también ofrece una oportunidad para repensar y reconstruir el sector hacia un modelo más sostenible e inclusivo. La clave estará en encontrar un equilibrio entre la conservación de los recursos marinos y la viabilidad económica de las comunidades pesqueras. Solo así se podrá garantizar un futuro próspero y sostenible para la pesca en Uruguay.
Grupo R Multimedio - Montevideo - URUGUAY - 08 Agosto 2025